sábado, 18 de agosto de 2007

Tras estar toda la mañana haciendo cosas en el campo y encontrarme completamente fatigado, me encuentro esperando que mi padre termine de hacer sus arreglillos antes de volver a casa. Estoy sólo, en mitad de la naturaleza, con cortijos alrededor, invernaderos, caminos de tierra o acabados con alquitrán, en algún sitio de un valle encajonado entre las montañas y el mar. En el vacío de mi cabeza, comienza a sonar el último single de Girls Aloud. Están los cambios, están las texturas y las inflexiones de las voces. Lo he escuchado tanto estos últimos días sin saber que pensar exactamente de él. Me levanto y empiezo a hacer la coreografía, aunque es más bien la del anterior. De hecho no puedo parar de bailar. Quizás sea que me pueda gustar.

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