viernes, 9 de noviembre de 2007

El otro día pensé en dedicar cada día de la semana a escribir sobre una canción que por un motivo u otro me hubieran hecho pensar durante los últimos meses, pero al final, lo vago que soy tiró esto por tierra. De todos modos, ahí van:

Natori Kaori “Shower Wo Abiru Mae Ni”

He escuchado mucho esta canción, básicamente porque me sentía así. Me gusta que la canción comience con ese patch de sintetizador que suena, a eso, a sintetizador y no trata de sonar como una emulación de una textura real o una sintética tan llena de detalles que no importase realmente lo que se interpreta. En cierto modo, es una gran elección para la canción. Ese mostrarse con todos los defectos a la vista, dejarse llevar, quedarse indefenso. En realidad, sólo tengo el videoclip de esta canción, así que disculpen si me escoro demasiado hacia lo visual a partir de ahora.
Algo que me fascina infinitamente es la presentación que hace del espacio donde transita la cantante. En lo básico son imágenes de video digital, mostrando, interiores de un piso (que bien puede ser el suyo), calles y edificios y alguna casa con zonas verdes cercanas. Y justamente eso, es algo que resulta casi alienígena en la memoria que tengo de los videoclips de artistas japoneses que he visto hasta ahora.

En realidad, no tengo idea, si la representación del espacio es tanto una cuestión cultural como nacional. Es obvio, que por ejemplo, los estilos arquitectónicos para viviendas tienen sus peculiaridades y que calles y ciudades son distintas según el país. Bien, eso era sencillo, pero cuando digo la representación no me refiero a una realidad, sino a una “mirada” hacia esta realidad. ¿Es diferente la manera de filmar el espacio en una película norteamericana que en una sudamericana, africana o europea? Pues, es posible, pero por las circunstancias que hemos dicho antes. Pero, para aclarar un poco el asunto, ¿qué tipo de interiores construyen? Si uno ve los anuncios, en los que van de costumbristas, lo que uno encuentra es que es materialmente imposible que esos personajes pudieran mantener una vivienda como esa. Había uno completamente memorable de pastillas para dar sabor a la comida, donde dos estudiantes hablaban en una cocina tan amplia que seguramente la vivienda pudiera irse a los 200 (o más) metros cuadrados. Fácilmente lo que pagan dos personas en una gran ciudad.

Miren por ejemplos estos videoclips:

Estos son AAA. Fijense en que el estudio, por grande que pueda ser y polifacético que pueda ser, da la sensación de un gran espacio abierto, casi infinito.

En este video, desde la imagen del ascensor, donde cabe toda esa gente, hasta el hecho del círculo donde bailan esté rodeado por una pared altísima de altavoces dorados, o la disposición de las imágenes en blanco y negro de los miembros del grupo en la parte donde la chica está sola, o los pasillos por los que avanzan, todos dan esa sensación de ser grandísimos espacios.
Ahora miremos exteriores.

En este vídeo están cerca de un templo y de noche en unas fiestas populares. Uno no dice que este tipo de espacios y de edificios no existan en Japón y que todo sea minúsculo, lo que digo es porque son escogidos incesantemente para representar visualmente lo que es Japón, cuando no corresponden necesariamente con la realidad (algo que se puede decir de cualquier otro país o grupo de países que busquemos).

En este de Namie Amuro, ella va andando por las calles de una ciudad. Fíjense en el hecho de que las calles son tan grandes por el hecho de que han de soportar una gran afluencia de tráfico, rodado o peatonal, pero estas prácticamente están vacías. Hay gente en un café, los chicos que bailan, los niños del parque. La sensación es de desproporción, de gigantismo en las ciudades.

Y ya por contrastar, usemos este video de hace unos años, de la persona más rica del país, rodado en centroeuropa y quizás sea el estilo visual del propio director (el novio de la muchacha), pero los cuerpos, la piel, los edificios, los espacios interiores, parecen gigantescos, mareantes, intoxicantes.

¿En que clave interpretamos esta tendencia? ¿Histórica? Expansionismo japonés ¿Política? Orgullo nacional ¿Social? El anhelo de poder salir de una sociedad que los constriñe, representada en la casa en las afueras con jardín. Pero, ¿es correcto? ¿es aplicable a otros países? No tengo ni idea.

Alicia Keys “No One”

Hace no demasiado, en el tele-Iñaki, en su sección de cultura, propusieron el nuevo disco de esta señorita, con gran profusión de elogios para con su talento y carrera. Como ya hemos criticado antes a esta muchacha, y esto sólo va a ser una variación en la forma de argumentarlo, tratemos de explicar que en modo alguno los valores cualesquieran que represente esta mujer, tienen que ver con esos valores como tales. Los sentimientos, la armonía, el pacifismo, el talento, la poesía, la mesura, no son el problema. El problema es como estos se (re)presentan en una serie de actitudes o formas de estar y actuar. Digamos, que Bono, tiene esa forma de actuar porque para conseguir que estos valores se extiendan y sean alrededor de los que basemos nuestra existencia, simplemente para llamar la atención y ser escuchado. El problema no está en tener “eso” y actuar en consecuencia. Está en actuar de ese modo y suponerse que a partir de ello se derivan esos valores. La primera situación ya es algo difusa, pero la segunda es una patraña.
Todo el mundo ha oído hablar sobre la obsesión de cantantes como Luis Miguel o Julio Iglesias por ser fotografiados o que salgan en televisión con su “lado bueno” y según el momento del día nos ha parecido una gilipollez, una exageración de lo que consiste en ser profesional o una muestra de la tontería e inseguridad de la gente rica y famosa. El caso, es que desde hace tiempo, el trasero de Alicia Keys, representa el mismo tipo de obsesión, aunque publicitada de mucho menor grado. Lo problemático de esto, es que nos quieren vender como Alicia Keys es la quintaesencia de lo que significa estar en paz con uno mismo, orgulloso de que y como es uno y un ejemplo positivo frente a otras estrellas más “artificiales”. Si uno está orgulloso de uno mismo, está liberado de complejos, porque sabe que uno está lleno de defectos y que en muchas ocasiones, gran parte de su personalidad está montada alrededor de ellos. Es decir, que en modo alguno le importa que miren su cuerpo. Traten de encontrar un plano en este videoclip donde viste de forma tan ajustada y realzando elegante pero visiblemente sus formas donde este aparezca de forma frontal, o mientras baila, de pasada.

O en este de Common

Vamos con una realidad física. Es pianista y para mantener la forma física necesaria para tocar, aunque lo que toque en la actualidad no requiera precisamente la técnica de un instrumentista de jazz o de clásica, necesita ensayar durante horas diariamente. Y por si no me entienden, yo no encuentro nada malo en esto, ni nada de lo que uno debería avergonzarse. Sin embargo esto se convierte en una paranoia porque, aparte del hecho de que tenga talento y/o éxito, además ha de parecer que lo tiene y lo merece. Y que por tanto ha de parecer perfecta. Del mismo modo uno cree ver en esto una metáfora de su música.

Cierta prensa española, alabó la diferencia de su primer disco y la cobardía o acomodamiento de su segundo. Curiosamente, en estos momentos, no pensaría en escuchar una sola canción de su debut (quiero decir, hace tres años o así lo escuché de pasada y me pareció insoportable), mientras que los dos primeros singles del segundo mantienen notablemente el encanto de sus modestas virtudes. Con este tercero, en medios se han visto descripciones como “la reina del soul vuelve” y similares. Uno creía que esa era Aretha Franklin, que ni mucho menos está muerta, pero a la que no escuchamos desde hace, no se, tres décadas por algún motivo. Seguramente porque no sabemos escuchar música negra (ni ustedes ni quien escribe) o lo hacemos desde una perspectiva que en lo básico sigue centrada en el mundo del rock y la aborda de forma periférica y desde ese enfoque. En su tercer disco, promete (ya se ha filtrado, pero las ganas de escucharlo) superar las limitaciones de la música negra actual y acercarse a otros sonidos como el rock, etc. Habrá que guiñar el ojo a todos esos fans de Bob Dylan y aprovechar el tirón. El caso, es que la mayoría de la gente, quiere escuchar a Alicia Keys para reconfortarse, derretirse o sentirse arropada por sus baladas, pero de cara a la galería no puede hacer el movimiento de convertirse en una cantante de baladas, porque es demasiado “bonita” y porque tiene dinero, es decir que su pena no sería “real”. Y por tanto, tampoco puede acomodarse en ese lugar y como tiene “talento” y una “mirada personal” (tiene publicados varios libros de poesía) tiene que hacer música que redefina la música soul, que represente a una generación de afroamericanos que viven en unas condiciones completamente distintas a las que dieron vida a la música de otras épocas, aunque en la mayoría de los casos no lo haga ni de cerca, porque ese es el papel que debe interpretar, aunque vaya a contrapelo de sus mejores virtudes.

“No One” está un poco entre dos aguas y en su amalgamiento formal, hace coincidir estas dos visiones. Es un single pegadizo, que no mata pero que cumple su función de ser importante para quien quiera creer que es importante y que es un himno. Un medio tiempo, que evoca concretamente un tipo de reggae en ciertas partes de la interpretación vocal, y que con esa cita, y el acompañamiento esperanzado, en movimiento continuo hacia delante de la interpretación del arreglo pianístico, sustenta el contenido de su letra.

La línea de piano sintetizado, que suena horrendamente plana comparada con las producciones habituales en cualquier disco popular con ambiciones masivas, tiene su función de gancho, de hacer que la canción sea recordada inmediatamente por algún motivo, así como también sirve para evocar una naturalidad, una proximidad y una forma de hacer humana. En lo general, me atrae mucho la producción del tema por sus ganas de construir un acontecimiento (en terminología de Alain Badiou). Toda esa espontaneidad, humanidad y cercanía no se corresponden con una desnudez en la interpretación que muestre los cimientos que sustentan la composición, la calidez de la compositora como persona, sino que está construida a partir de capas de sonidos apenas perceptibles, como las múltiples tomas vocales en el estribillo o en el tramo que va encarando el final de la canción, sintetizadores que brillan pero apenas destacan en la mezcla, coros compuestos por varias tomas de su voz y el rasgado de las guitarras, que como todo el cuidado trabajo de ambientes y registros de grabación de la voz, ahora suena más espaciosa, ahora más afilada y rasposa, ahora hay más eco, ahora suena el ambiente y el silencio que la envuelve, van perfilando, desarrollando y punteando aquello que en apariencia transmite ese ritmo de batería, el tempo del piano, la melodía de caja de música y la voz entregada. Por cierto, felicidades a Sony por haber colado la publicidad en el vídeo.


En el videoclip de la canción “So Sick” de Flyleaf (ya se, es del año pasado), en determinados planos, vemos como manchas de oscuridad, con formas que pueden ser humanas aparecen casi disueltas en un océano de luz cegadora. Hay muchos más elementos que apuntan en ese sentido: cambios de lente, desenfocados, efectos de montaje, cámaras que tiemblan, aparición de insectos y la cara de quien lo mira distorsionada por el líquido, alguien que carga una viga (un listón, más bien) de madera y acaba arrojándola con violencia hacia el suelo, alguien que trata de componer una figura humana pero fracasa y acaba destruyéndola. En lo sonoro, esta dualidad, este continuo transito entre lo bello y lo abyecto, se puede encontrar al inicio de la canción entre la voz insegura y el rugido de la cantante, las zonas de la canción que descansan en el feedback y los pedales de efectos y en la pulsación de sonidos más como efectos sonoros que como música entendida tradicionalmente o el cambio que se produce en la forma de tocar las guitarras, en líneas tortuosas y obsesivas cuando estas encaran el estribillo, tocando como si hubieran alcanzado un estado de paz, de liberación y que cada golpe, cada traqueteo fuera la lucha por querer aferrarse a esa luz, a esa pureza de emoción y sentimiento. Sí, no es extraño que todos los miembros de Flyleaf digan que son cristianos.

Una matización antes de continuar. Cuando Flyleaf se refieren a si mismos como cristianos lo hacen dentro de la perspectiva de la iglesia evangélica. Para alguna gente que pertenece a ella, los católicos son poco más que unos paganos que adoran a santos y vírgenes en lugar de a Dios y el Papa no representa absolutamente nada. La Biblia ha de ser interpretada literalmente, porque uno no ha de ponerse en el lugar de Dios y no tiene autoridad ninguna para decidir aquello que es metafórico, icónico o funciona como parábola dentro de las Escrituras (la autoridad que representa por ejemplo la Iglesia Católica al explicarla en el catecismo), y desde luego, muchas de la formas en que expresan sus opiniones están guiadas por cierta agenda neo-liberal, que no cree en el cambio climático porque este condiciona la posibilidad del hombre para disponer de todo aquello que le rodea o que cuestiona la teoría de la evolución con los argumentos más rebuscados (la segunda ley de la termodinámica) para que todo el mundo se ajuste a su manera de pensar. Y su forma de expresar la ira, es la del Dios del antiguo testamento, donde todos aquellos que no crean en el Dios verdadero, acabaran en el infierno. Así que es lo que hay que hacer para cambiar el mundo. Por tanto cuando me refiera al rock cristiano más adelante, lo hago desde esta perspectiva sobre que es el cristianismo.

Supongo que quizás chirríe a alguna gente (a pesar de grupos como P.O.D. o Evanescence (aunque estos están un poco más extraviados)), que con la cantidad de campañas sobre lo diabólico de la música rock que hemos visto por ciertas asociaciones y con que símbolos, que de repente este grupo haga un metal comercial, pero metal al fin y al cabo. En lo básico, y si pasamos de los aspectos satánicos de ciertas estrellas, lo pernicioso de la música rock es su contenido sexual, que viene representado por la forma de acentuar el ritmo que tomó de la música negra. Ese frenesí que lleva la música hacia delante, que te hace mover cabeza o caderas, esa fisicidad e intensidad, la torridez evocada, es lo pernicioso y claro, el contenido de sus letras. Hay gente que traza la frontera entre hard rock y metal, en el hecho de que la segunda ha transformado la herencia de la música negra de tal manera que ya no tiene relación con ella, y que la intensidad, la contundencia y la complejidad que tengan los ritmos, no tienen las mismas connotaciones. De hecho, pueden imaginarse como suena el country cristiano, el pop cristiano, el indie cristiano, el folk cristiano, y cuando una estrella latina, descubre a Dios, hay también cierta variación formal hacía una música menos carnal, o cuando menos, frenética. Así que el hecho de ser punk, hardcore o metal, no plantea en ese aspecto un gran cambio. Y pese a todo, este tipo de grupos se encuentran siempre con quejas de grupos de su misma fe, sobre sus contenidos, formas y aspectos. Tal como lo he explicado hasta ahora, esto debería ser algo más o menos comprensible, pero tienen que tener en mente la idea de la literalidad de la interpretación. El hecho de que estos grupos, aunque estén expresando una visión torturada del ser humano, como alguien desgarrado y tentado por el pecado que aún así trata de hacer lo posible para librarse de esa naturaleza y abrazar a Dios, siguen sonando como ha sonado el enemigo, y siguen siendo políticamente incorrectos. Pero, bueno, como les explicará esta niña de 9 años, trata de bailar el ritmo no por la carne, sino por Dios.

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Y aquí otro fragmento de “Camp Jesus” por si no se han quedado a cuadros todavía.

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Si hablamos de “Flyleaf” y su adopción de causas evangélicas, debemos hablar de su canción “Cassie”. Cassie Bernall fue una de las víctimas de la matanza de Coloumbine, y según la versión de su madre (publicada en un libro que debió de venderse muy bien), los asesinos cuando la vieron, le preguntaron si creía en Dios y al contestar afirmativamente, la mataron. Que la realidad no fuera así, es lo de menos. Lo importante es la idea de la persecución a la que se ven sometidos los que tienen unas creencias y así poder sostener el hecho como un conflicto entre ellos o nosotros. Como pueden comprobar en la presentación de esta canción, lo importante es mostrar esta historia, este ejemplo, y el hecho de que hubo otra chica evangélica que igualmente murió en el tiroteo, que contestó de forma análoga (aunque tampoco fuera cierto) y el poder contestar a grito pelao a la pregunta que formulan en la canción de si creen en Dios y contestar: yes. Hay que dar testimonio.

Por último hemos de hablar sobre Lacey Mosley, la cantante del grupo y con diferencia el elemento más turbador de toda la música. Niña-mujer, que por lo visto en algunas listas masculinas de las cantantes más atractivas, saca ciertas ganas de relaciones basadas en la dominación y el tratar de arreglar y componer a un puzzle a la otra persona.Existe esta visión casi paródica de estos grupos evangélicos como campesinos estúpidos, casi de extrema derecha, que son tan cerrados de mollera que no podrían entender ninguna cosa aunque se la metieran a martillazos que gusta tanto a cierta izquierda sin ninguna gana de pensar, muy necesaria para escurrir el bulto y no ver problemas. La biografía de esta chica puede ser una muestra, de que quizás hay que hablar y hacer muchas más cosas. Viviendo con su madre y sus cinco hermanos, casi en la miseria, huyendo de las casas que no podían pagar para que los caseros no les reclamaran sus deudas, Lacey comenzó a drogarse a los diez años. La relación con su madre era tan conflictiva, que finalmente la echaron de casa y tuvo que irse a vivir con su abuela. Cuando estaba planeando suicidarse, su abuela decidió llevarla a la iglesia y ella aceptó para que se callara. Aunque se sintió afectada (en esos momentos se declaraba atea) por el sermón, seguía teniendo en mente el suicidio, pero al salir un diácono se acercó y comenzó a hablarle sobre todo el dolor y la soledad, de tal forma, que se sintió tan conmovida como para iniciar su vida cristiana. El hecho, es que esta historia, por truculenta y desesperada que pueda parecer, en cierto modo es común. Hay mucha gente que entra lo hace en momentos de completa desesperación, encontrando el cierre de factorías, la reducción de plantillas, o el hecho de llevar una vida que no se corresponde para nada con sus expectativas o con lo que debería ser con sus habilidades. Estados Unidos es un país de distancias, y uno puede vivir completamente alejado tanto geográfica como socialmente de todo el mundo y sentirse en la más absoluta miseria y soledad. Así que no es de extrañar la hipermotivación de estas personas cuando encuentran a gente que se parecen a ellos en lo que han vivido, que la aceptan y cuidan de ella, si lo único que han recibido en la vida son desengaños. Todos hemos pasado por etapas así en la vida. Así que si quieren imaginar el sonido de Flyleaf como el sonido de la Norteamérica abandonada por su sueño viniendo con rabia a vengarse de todos aquellos que les arrebataron aquello que por derecho les pertenecía, pueden hacerlo. Quizás no todas las canciones del grupo sean tan estupendas como esta, pero denles tiempo. Ya serán imparables.



El libro favorito de Alyson y AJ Michalka comienza así:

“Me llamo Salmón, como el pez; de nombre, Susie. Tenía catorce años cuando me asesinaron, el 6 de diciembre de 1973.”

Las mejores canciones de nuestras hermanas evangélicas favoritas se mueven en ese balance entre la cotidianeidad y lo extraño. En muchos casos una representada por la música y la otra por las letras. En su primer disco, podías encontrar canciones sobre soledad adolescente que con las claves correctas se convertían en himnos para chicos despreciados en su escuela por sus creencias religiosas. O su primer single, que se movía entre lo sereno y lo agitado, con las chicas entregadas a una emoción que indistintamente podía ser interpretado como el efecto de las drogas, un polvo o las sensaciones producidas por el amor a Dios. O escribir una canción sobre niños con abusos sexuales (aunque después admitieran que la mayoría de estos se producen dentro de la misma familia y conocidos). Y francamente, ese estar a medio camino entre la parroquia y las fiestas con Paris Hilton (las dos trabajan para Disney y tienen que estar por Los Angeles mucho tiempo), esa incomodidad, que las hace ser despachadas tanto de un lado como de otro, ese negar la evolución en las entrevistas y hacer presentaciones en el club británico G.A.Y. (¡con coreografías!) donde suelen ser aclamadas gente como Kylie Minogue o Girls Aloud, es lo realmente adictivo.

Su segundo disco, está más cohesionado que el primero, resulta menos lineal y previsible, donde la música brilla más en la redondez de temas como “Potential Break Up Song” o “Like Whoa”, pero que pierde la mayoría de las ocasiones la pegada de las letras, esa sensación de confrontación con la opinión que estas oyendo del primero. Por eso, para aficionados retorcidos como uno, la mejor canción del disco es “Blush”, donde los arreglos acústicos, melancólicos y casi en penumbra, las sensaciones etéreas y los ambientes sobrios pero emocionantes, de momento íntimo que uno piensa nunca olvidará, esconden una canción sobre amor y la posibilidad del sexo antes del matrimonio.

En unas declaraciones, Tim Buckley explicaba que “Greetings from L.A.” era un disco tan obscenamente explícito en sus letras por el hecho de que las canciones de aquellas figuras icónicas (sexualmente hablando) de la historia del rock, no enseñaban nada sobre hacer el amor. O algo así. Para uno, la mayoría de las canciones que escucha para decidir sobre sus emociones, sobre como encarar situaciones personales o, más que como expresarlas, como entenderlas y afrontarlas, son igualmente inútiles y se mueven entre la incertidumbre, el momento exacto del acontecimiento, su ausencia o cuando todo ya está decidido. Pero realmente, que hacer con ellas o como tomar distancia,… No se, no hay tantas. Uno recuerda aquella de Girls Aloud donde de repente decían: “No more drama and mascara on my pillow”y el efecto cortaba completamente la sensación de tristeza, cuando podías enfocar perfectamente que era lo único que estaba percibiendo la gente fuera, mientras tu parecías ahogarte en un pozo sin fondo.

En una de las canciones más flojas (o no) de su segundo disco, Skye Sweetnam, la Lou Reed* de esta generación, dice: “Maybe I should kiss a girl/ Maybe I should change my world”. Y curiosamente, en esas dos líneas encuentra una respuesta más cierta que la mayoría de canciones que hablan sobre cambiar una emoción, una relación, una tendencia, una generación o el mundo. Porque una cosa bien distinta es querer cambiar una situación y otra es enfrentarte a la posibilidad. Por ejemplo, querer dejar tu vida y largarte sin una perra a otra ciudad donde nadie te conozca. Como idea romántica, tiene su encanto, otra cosa distinta es enfrentarse a la idea de hacer la maleta y tener que dormir en la calle, o estar malviviendo antes de encontrar un trabajo medio estable. Y sí, besar a una chica, siendo chica y descubrir que no eres heterosexual (el miedo a esa posibilidad), desde luego puede cambiar tu vida de lado a lado.

En el plano musical, las formas de pop-punk, la sensación de patchwork continuo entre estilos e ideas de la música, el samplear al inicio una melodía televisiva, la feminidad, el candor con el que reviste sus elecciones son ella en estado puro y su mundo hecho a partir de pura hiperactividad artística (hace música, dibuja, filma, etc. etc.). Quizás la pregunta obvia sería “¿Pero todo eso es bueno?” y la respuesta que uno daría “Para el que lo hace, sí”. Y por eso, me gustaría ver como ese mundo que expresa con sus colores en el pelo y su forma de vestir, con ese aludir a temas recurrente en sus videoclips, como los bulldozers tuneados o las armadas a sus órdenes para conquistar el mundo

O hacer canciones junto a cantantes de grupos que se llaman Rancid

O que define su nuevo disco como un cruce entre Britney Spears y Nine Inch Nails, o que cite entre Frank Zappa y Green Day como influencias el cuarto de su madre y su colección de Barbies, puede crecer en una industria que hace esperar a una cría que ahora tiene 19 años tres años para saber si puede publicar su nuevo disco o está en la calle, mientras ellas se van convirtiendo en megacorporaciones que tienen que despedir a gente y decidir darle la patada a casi todos los artistas que estaban en su sello para mantener su nivel de crecimiento (que no capear las pérdidas (toda la industria musical ha crecido en beneficios salvo la de vender cosas redondas con un agujero en el centro, que en el total ni siquiera es la mayor parte)). Saber si esta (pequeña) magia que transpira su mundo adolescente, puede salvarse o reconducirse, en vez de perderse en temas “adultos”.

*Ya, ya. ¿Alguna vez se han planteado lo que quieren oír como respuesta con este tipo de comparaciones? ¿Lo que representa realmente Lou Reed, históricamente, desde el punto de vista crítico, como artista o según su experiencia? Porque todas dan respuestas distintas. Por ejemplo, para muchos, Lou Reed es un one hit wonder. De hecho, fue hace tanto, que quizas se dude hasta sobre ese uno. ¿O cual Lou Reed de todos los que han sido? Si les pregunto que me digan para ustedes, el grupo de esta década o la pasada que represente lo que en su momento representó la Velvet Underground ¿consistiría su elección en un grupo de guitarras ruidosas y letras deprimentes pero poéticas sobre desesperación urbana? Para uno, La Velvet representa la entrada de un montón de cosas nuevas dentro del mundo del rock, desde esas oscuridades tan pronunciadas a sobre todo con los movimientos artísticos que se estaban dando en el mundo de la música clásica contemporánea. Las primeras formaciones de este grupo, eran Lou Reed más casi todo el personal de el Theatre of Eternal Music de La Monte Young y la conexión con la música de este es inevitable, las escalas hindúes, los drones, el ruidismo, la repetición, el minimalismo, etc. etc., aunque al final de todos ellos sólo quedara John Cale. ¿Quién ha representado eso actualmente en el mundo del pop/rock? El muy respetado Woebot una vez propuso a Blectum From Blechdom. Oh, ya, mi comparación tampoco es que sea demasiado válida.

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