miércoles, 12 de septiembre de 2007

Blogger blanco ex-indie aprende a bailar estilo hiphop



Buscando en las listas de Billboard la “tremenda” irrupción que había tenido en la radio la nueva canción de Alicia Keys*, descubrí que el número uno en la lista supragenérica “Hot 100” estaba ocupado por Soulja Boy. No llegué a prestarle atención porque por todos es conocido que apenas si araño la superficie en el mundo del hip-hop, como para enterarme de lo que está sucediendo realmente. Y lo admito como falta. Pero al ver el videoclip esta tarde, hubo cosas con las que sintonicé de inmediato. La producción de Mr. Collipark (de hecho, todo el vídeo es la búsqueda del productor para contratar al rapero) con esos riffs de steel pan o el hecho de que el fenómeno que representa el artista se muestre socialmente como un baile que comparte la comunidad en todos sus estratos de edad.

El crítico musical Sasha Frere Jones tiene la teoría, que sea correcta es otra cosa, de que la música hip-hop nació como música de baile y en estos momentos retorna hacia ella. La idea no es una simple perogrullada acerca de un modismo estilístico. Con las cifras de ventas cayendo en picado en Norteamérica (incluyendo las del hip-hop), la estrategia de pertenecer a una gran compañía multinacional de discos (no hay termino medio en esa expresión) y entrar en su dinámica de trabajo cada vez se aparece más como carente de sentido. En casi todos las críticas y comentarios sobre el 12 “ que Blaqstarr, el productor de Bmore beats, publicó en el sello Mad Decent de Diplo, apuntaban que mientras este lanzamiento serviría para crearle una reputación dentro de un cierto círculo de entendidos, las ventas totales que producirían no llegarían a la suela del zapato a lo que podría lograr vendiendo una mixtape en cinta o CD-R en la propia Baltimore.
La industria musical ha de tener unos resultados económicos que mostrar a su junta de accionistas y esto se traduce en unas expectativas en el volumen de ingresos generados, que ha de ser más o menos continuo y entrar dentro unos límites. Lo que quiero decir es que los ingresos, de trimestre a trimestre no pueden mostrarse erráticos, no se trata de que llegué el artista de masas, publique el disco y con esas ventas llenen las ventas que habían esperado para ese año. En realidad lo último se usa para mostrar el incremento de beneficios y la mejora de resultados y hacer visible como la empresa sigue siendo rentable y ampliando su mercado, esto es, que sigue siendo merecedora de la confianza de los inversores. Para lograr esa continuidad se hace uso de varias estrategias, la planificación de fechas, la no coincidencia en los lanzamientos de los artistas importantes dentro de la misma compañía y orientados al mismo sector de mercado ya que lo único que haría es mermar las ventas de ambos productos, la estratificación por edades, orientación sexual, clases sociales y estilos musicales que generan unos beneficios “menores” pero más o menos estables, la previsión de fechas que coincidan con grandes períodos de compras (Navidades, día del padre/madre, San Valentín), los catálogos de serie media, los formatos especiales,etc.
Que la industria musical en la música popular ha estado basado desde hace décadas en el mundo del rock (tanto por ventas como por la introducción como ejecutivos de músicos dentro de la empresa), no se le escapa a nadie. Una de las grandes historias en el mundo de la fonografía es la del formato. El rock apareció en la época del vinilo y se debatió entre el single de 7” y el LP, que en un principio servía para hacer de recopilatorio de las canciones más populares del artista, fueran recientes o no. Con la evolución del rock y sus ínfulas artísticas de mensaje y madurez, la industria se transformó de orientada hacia el jukebox, el club, el coche y la radio como destino último hacia la presentación de estos como entrada hacia el meollo del asunto, el sitio donde la banda o el artista podía expresarse sin restricciones (salvo, claro, aquellas del formato). Obviamente la industria estaba encantada con el cambio ya que el precio de venta del LP era mayor. El paso hacia el CD, resultó bastante indicativo en este sentido. El precio de un cd-single y el de un disco, en fábrica es el mismo, pero el precio de venta en el mercado varía ostensiblemente, así que en esos momentos simplemente se trataba de una necesidad de vender en distintos formatos el mismo producto.
Por volver al tema de inicio, en el mundo del rock, el disco es más o menos un excusa para obtener conciertos, que, en teoría, es donde los músicos hacen más caja para ellos mismos. Es decir que la planificación de publicación se hace pensando en giras, periodos de descanso y grabación. Lo que sucede es que en el momento actual, eso se traduce en situaciones dantescas, en la que si el disco no es lo suficientemente rentable para la compañía, decide retrasarlo, rehacerlo u obligar al artista ha tener que preparar en el tiempo nuevos trabajos. La idea de fracasar y de que un artista potencial tenga un batacazo asusta, pero esas esperas lo único que logran es que la base de fans y de público que tuviera ese artista se erosionen o desaparezcan. O que hagan que su momento se diluya y llegue fuera de tiempo. En una entrevista reciente Q-tip (antes en A Tribe Called Quest) explicaba como no había publicado nada desde el 2001 porque la compañía le había paralizado dos discos. La cantante de R&B, Mya, lleva ya unos cuantos años sin publicar su disco, entre otras cosas porque su fecha de publicación se lleva retrasando desde hace más de un año. Pero además está el hecho, de que lo que es más o menos bueno para el mundo del rock, puede ser contraproducente para otros estilos musicales. Por eso en los últimos años se ha producido en el mundo del hip-hop la explosión de la mixtape, como forma de estar en contacto con el público, con la comunidad, con los hechos que suceden, con el dinero más o menos fresco, con ahorrarse todo el proceso de estudio y pago de derechos por samples o bases o con la música que está sonando.
Lo cual nos lleva al siguiente punto: si un artista puede grabar su material y conseguir ventas dentro de una ciudad de cientos de miles o millones de habitantes (y en EE.UU. hay unas cuantas) de 10.000 a 40.000 copias, con un mayor grado de libertad, frescura y contacto con su audiencia, ¿por qué sacrificar todo eso, si actualmente el multiplicar esa cifra por diez conlleva un engorro que a la larga no resulta rentable? Hacer promoción con medios que no le interesan a uno, aguar el estilo para que sea radiable, girar y girar, etc. La única razón, más o menos comúnmente aceptada, es hacer nacional(global) un estilo regional y por tanto hacerlo visible al resto del mundo y entrar en la historia del hip-hop. Así que el problema no es tanto la salud de la escena como que esta llegue al mainstream. Pero a lo que apunta la teoría con la que hemos comenzado es que el futuro está en estos mercados más o menos aislados, funcionando dentro de comunidades, mediante sistemas como MySpace o Facebook para dar a conocer sus temas y las variaciones en los estilos (y las luchas con los otros productores) y sin ningún interés en salir al exterior.
Lo que lleva a que en cada ciudad, se ha de crear un lifestyle y una serie de signos que representen, digamos, a la comunidad o al “movimiento”. Y aquí es donde entra en juego el baile. Si queremos ser muy gruesos, los únicos sitios de interacción social son los siguientes: la casa, la escuela, la iglesia, el centro comercial y el club social o el de baile. Y los únicos donde uno va para conocer a desconocidos de una forma intencionada son los últimos. El compositor, perteneciente al mundo de la música contemporánea, Kyle Gann, comentaba extasiado la recepción tan distinta que había recibido su música cuando compuso para una compañía de danza. Lo que sucede es que la complejidad del discurso de la música, a través del movimiento de los cuerpos, de la luz, resulta inteligible porque estamos más acostumbrados al discurso mediante la imagen. Y la peculiaridad o dificultad de una música, la aspereza inicial se diluye cuando uno aprende a bailarla. O cuando uno liga gracias a su ayuda.
Donde quizás pincha un poco la teoría es que puede dar a entender que este retorno se produce en estos momentos de forma uniforme, cuando seguramente lo único que hace es constatar la mayor visibilidad del fenómeno. Así que veamos unos cuantos ejemplos, ¿no?
Ya hemos visto el crank de Atlanta. El anterior movimiento de baile que salió de allí fue el “snap”


En San Francisco, la música se llama hyphy y aquí una posible muestra de cómo se baila.


En Baltimore tenemos los Bmore beats y esto puede ser una muestra no actual de cómo se bailan. En Philadelphia, gente como Dwizz está acelerando la música y suponemos no tardará mucho en aparecer su propio baile.

En Chicago tenemos el juke, que es el estilo de baile que surgió cuando los clubs comenzaron a pinchar la música house a mayor velocidad.

En Detroit está el “jit”


En Nueva York, el estilo actual es el Aunt Jackie y el anterior fue el Chicken Noodle Soup.



En Los Angeles están el “clowning” y el “krumping”


Una muestra de su aparición en la cultura popular mainstream, fue en esta película donde el estilo de baile era adaptado al conjunto de animadoras…

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Lo cual me agradó mucho, porque resulta que no estaba viendo esa película porque salía Rihanna de invitada famosa, aparecía la hermanísima de Beyonce y Hayden Panettiere movía el culo de forma obscena, sino porque estaba documentándome. Otra aparición fue el documental que rodó el director David LaChapelle en 2005 y que trataba de exponer la significación cultural que tuvo para los chavales de la zona ese tipo de baile.


En los 90, el gansta rap, consiguió convertir los clubs en unos lugares de exclusión social mediante la cultura del bling “tanto tienes, tanto vales”, mientras que lo uno que tiene que hacer uno para ser alguien dentro de esta es saber bailar o destacar haciéndolo. Los bailes no son difíciles, no son virtuosos. La cultura es inclusiva y de ahí deriva que en muchos de los vídeos que han visto por ahí arriba se muestre a personas mayores haciéndolos, como muestra de que toda la sociedad apoya esa forma de “expresión” (aunque no debería nombrarlo así ya que el término tiene connotaciones negativas).

Aquí es donde uno debe entonar el “mea culpa”. Mi formación rockista siempre ha convertido en periféricas las otras manifestaciones de la cultura hip-hop, relegándolas a complementos de la música. Y claro, aquí es cuando uno ya termina de hacer conexiones. Todos estos bailes se llevan haciendo localmente desde hace más o menos tiempo. El “juke” y los bailes de Baltimore desde hace más de una década. Así que de repente, esa patochada trasnochada que era el “breakdance” cobra de nuevo vida, y uno investigando descubre que lo que entendemos por tal, es un nombre impostado por la industria que fusionaba con todo el morro posible los distintos estilos que surgían a principios y mediados de los ochenta. Y que fue la cultura nihilista del gansta, alguien lo señalaba por ahí, que apareció en el tiempo, más o menos con el grunge, la que más o menos llevó al dique seco la expresión de felicidad que representaba el baile. Ahora uno se pavoneaba, se hacía respetar, como en los pueblos pequeños, el ayuntamiento y la torre de la iglesia debían verse desde todos los sitios.
Y ya claro, no es cuestión de limitarse. La historia de la discoteca o del club donde se baila la música que se pincha, proviene de la segunda guerra mundial, pero a poco que uno tenga alguna cultura rock, recordará los estragos que provocaron bailes como el twist en la expansión social de fenómenos como el rhythm’n blues o el rock’n roll y como para la sociedad afroamericana, el reunirse para bailar es un acto más de la vida en sociedad y que por tanto la historia de los bailes más o menos populares que surgieron con el hip hop, la música disco, el soul, el jazz, el blues llevan directamente a los barcos negreros y al continente africano. Así, que esta es una historia que merece ser estudiada y entendida.


*En su segunda semana había pasado del puesto 65 al 21. No parece gran cosa hasta que uno recuerda que la radio norteamericana hace que las formulas actuales de emisoras musicales como 40 Principales o Cadena 100 parezcan casi experimentales. Es casi imposible entrar y casi imposible salir. Pero, claro, si Alicia Keys no va a ser recibida como agua de mayo en esas emisoras no se quien diablos lo va a poder ser.

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