domingo, 16 de septiembre de 2007
Este es el nuevo clip de Battles. Supongo que gracias a él, su música será entendida por mucha más gente. Las luces al principio de este, parpadean en el espacio y en el tiempo haciendo visibles las evoluciones de los riffs de guitarra o de teclado, facilitaran la idea de que existe un orden (y una intencionalidad) detrás de estos, y supongo, que harán olvidar estereotipos de tíos afinando los instrumentos o haciendo el imbécil a ver quien saca el sonido más feo.
De todas maneras, creo que esta gente no va a aparecer en mi lista de lo mejor del año. Si aparecieran sería porque uno no se imagina el año sin este disco, y por eso debería estar representado. El problema es que nunca lo escucho ni lo hecho de menos, ni me pareció tan excitante la primera vez. Hay muchas cosas interesantes en lo que hace el grupo, pero hacen demasiadas cosas a la vez como para que los encuentre coherentes. Por ejemplo, a mi me encantan las canciones más aceleradas, en los que de repente la música, los timbres, la armonía pudieran verse. Vamos a tratar de explicar ese efecto. Cuando uno escucha una orquesta, esta acompaña a la(s) melodía(s) con una armonía construida alrededor de las notas de esta y que a su vez, tiene una progresión lógica para resolver la tensión que generan los acordes, que es la cadencia y que se arma según la tonalidad. En fin, que al empezar a hablar así nos perdemos. Lo que uno ha de entender es que es el juego de la armonía, la resolución de la cadencia, el dilatarlo lo máximo posible (hasta completar una sinfonía llegando al acorde que resuelve), es el “juego” de la música clásica, la prueba donde se muestra la maestría de un genio.
Uno si no tiene el oído afinado, o no reconoce los acordes (como me pasa a mi ahora mismo), siente la armonía, los colores de la música como un acompañamiento, como una bruma más o menos pesada que envuelve al instrumento solista. En este siglo, el compositor Conlon Nancarrow, siguiendo los patrones establecidos en su libro “New Musical Resources” por Henry Cowell, decidió componer una música que en ese momento no era interpretable por los seres humanos y para materializarla uso la pianola (ya saben el piano que se toca con un rollo en las películas del oeste). El tipo tardaba un año para hacer las perforaciones sobre el papel correctamente (tengan en cuenta que había que hacer cálculos porque hay notas para las que apenas existe notación de lo breves que pueden ser), pero su música está completamente aparte de lo que se había hecho hasta ahora en la historia de la música.
Una de las virtudes de su música es que, como en esos documentales donde se filma un atardecer haciéndolo durar un minuto, es que nos percatamos de ese movimiento, esa tensión y necesidad por avanzar.
Seguramente, lo que hacen Battles en esas canciones que me gustan, no es exactamente lo mismo, pero, bueno, quizás ahora las escuchen de manera distinta y ya no se fijen en esos solos que parecen no ir a ninguna parte, sino en la obsesividad del color. Otro elemento que es más o menos interesante de su música, es la interpretación, como los sonidos que generan no proceden de los instrumentos que uno podría suponer, como algunos están generados electrónicamente y otros que parecen electrónicos proceden de una guitarra eléctrica, pero admito que esto debe ser mucho más interesante de ver que tratar de deducirlo. Aún así, me aburren y paso de ellos. Total, salen en la MTV, así que quieren ser la nueva Hilary Duff. No son cool.
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