Actualizándome respecto a cantantes japonesas...
miércoles, 30 de mayo de 2007
En estos días me estoy enterando de la existencia de la blogosfera española. Conocía la anglosajona y la visito y participo (no se muy bien como, pero la expresión anterior es cierta) con asiduidad, y conocía (algo) la sudamericana (sobre todo Méjico y Argentina, y más la última que la primera), que no suelo visitar. Tampoco conozco ahora mismo muchos periodistas musicales españoles que tengan un blog, lo que dice demasiado. En cualquier caso, visitando uno estaban celebrando el décimo aniversario del lanzamiento del disco clásico de Spiritualized. Creo que cuando volví a darle una oportunidad a la música indie fue cuando leí aquellos artículos sobre que este tipo casi muere por una neumonía. De hecho no tenía ninguna noticia al respecto, ni ningún rumor, aunque haya reputados sitios de internet que se dedican a contar cuantas veces Sufjan Stevens va al cuarto de baño a lo largo del día. Fue algo que me afectó porque considero que es un músico interesante. Ahí está su música con Spacemen3, sus experimentos con Spiritualized o sus exploraciones junto a Spring Heel Jack. Pero también es un hombre apasionado con la música, que daba conciertos para pagar las facturas de hospital de La Monte Young, cuando casi nadie había escuchado los discos del compositor (y no lo habían hecho porque lo publicado era poco y dificilísimo de encontrar en el mercado del coleccionista). Eso parece una tontería ahora que solo con poner el nombre en un programa p2p o en un buscador, puedes tener acceso a ella. Pero bueno, comprar un disco de la fundación del compositor puede seguir costándote alrededor de 40 €.
En cualquier caso, la historia sobre como estaba con respiración artificial y monitorizado, según cuenta él no como en las películas, donde está uno sólo con una máquina sino en una habitación con 6 o 7 personas más, y el pensando en que se moría pero no podía dejar de escuchar la música que se formaba a partir de los pitidos de las máquinas marcando el pulso de los pacientes, era bastante escalofriante. Había más datos que me hicieron volver a valorarlo como persona y aparcar ciertas rencillas con el género. Una era que era pobre. Todo el dinero que ganaba prefería gastárselo en el grupo, en una sección de vientos por ejemplo, que en comprarse en una casa, así que vive casi de okupa o de alquiler. Y otra que no sabe escribir su música y que para que pudieran tocar su primera composición orquestal tuvo que dictarla por teléfono. La música se grabo y se publicó en el disco de edición limitadísima (500 copias) “Silent Sound” de venta exclusiva en la página web del grupo. Hay detrás una historia, sino importante, sí interesante sobre ciertas conexiones de finales del s.XIX entre la intelectualidad y los círculos esotéricos. La composición, como no podía imaginarse de otro modo está muy próxima a la música minimalista. Está el pulso, las células que se repiten, la estructura del añadido, las repeticiones de motivos. Hay distintas secciones que contrastan en velocidad o en desarrollo a la primera escucha, pero globalmente es una grabación que se deja escuchar muy bien (aunque no sea tan interesante como pieza de música clásica). Uno encuentra su forma de decir en la música, sus melodías reconocibles, pero perfectamente encajadas en la forma orquestal, nada hinchado para dar el pego. De hecho saqué el famoso disco de Spiritualized y decidí escucharlo después de ni se sabe cuantos años. Muy bonito, pero poco más.
En cualquier caso, la historia sobre como estaba con respiración artificial y monitorizado, según cuenta él no como en las películas, donde está uno sólo con una máquina sino en una habitación con 6 o 7 personas más, y el pensando en que se moría pero no podía dejar de escuchar la música que se formaba a partir de los pitidos de las máquinas marcando el pulso de los pacientes, era bastante escalofriante. Había más datos que me hicieron volver a valorarlo como persona y aparcar ciertas rencillas con el género. Una era que era pobre. Todo el dinero que ganaba prefería gastárselo en el grupo, en una sección de vientos por ejemplo, que en comprarse en una casa, así que vive casi de okupa o de alquiler. Y otra que no sabe escribir su música y que para que pudieran tocar su primera composición orquestal tuvo que dictarla por teléfono. La música se grabo y se publicó en el disco de edición limitadísima (500 copias) “Silent Sound” de venta exclusiva en la página web del grupo. Hay detrás una historia, sino importante, sí interesante sobre ciertas conexiones de finales del s.XIX entre la intelectualidad y los círculos esotéricos. La composición, como no podía imaginarse de otro modo está muy próxima a la música minimalista. Está el pulso, las células que se repiten, la estructura del añadido, las repeticiones de motivos. Hay distintas secciones que contrastan en velocidad o en desarrollo a la primera escucha, pero globalmente es una grabación que se deja escuchar muy bien (aunque no sea tan interesante como pieza de música clásica). Uno encuentra su forma de decir en la música, sus melodías reconocibles, pero perfectamente encajadas en la forma orquestal, nada hinchado para dar el pego. De hecho saqué el famoso disco de Spiritualized y decidí escucharlo después de ni se sabe cuantos años. Muy bonito, pero poco más.
Esta mañana, mientras me ponía en marcha y trataba de terminar los textos más largos (y más interesantes y más difíciles de terminar) para el blog, me puse a leer el blog de David Toop (sí, tiene uno). De repente menciona de pasada las películas wu xi pian y como le gustaría tener una copia bien restaurada de “A Touch of Zen”. Curiosamente tengo esa película bajada de internet, pero nunca me había puesto a verla. Quizás por mi falta de dominio del mandarín y la ausencia de subtítulos, pero seguramente sea por vago. Pero algo se despertó dentro de mi, y sentí la necesidad de ver esa película como si fuera a morirme en ese mismo momento y no quedara otra opción para hacerlo. Así que me puse a mirar por la habitación y a ponerla patas arriba, buscando y encontrando cosas que no había visto en años. Repentinamente me encontré mirando en la pila de cds que no recordaba tener en la estantería. Por no recordar, no recordaba ni que tuviera esos discos, cubiertos de polvo, completamente olvidados. He seguido horas tratando de encontrarla. Al final apareció, tras mirar en todos lados, y las piernas por un momento se me volvieron de goma al bajarme la adrenalina. De hecho casi me caigo al suelo. Curiosamente al hablar con mi hermana me he enterado que ciertamente, mi vida había cambiado radicalmente de dirección justo esta mañana. Estas cosas viscerales siempre son curiosas de contar.
La primera vez que escuché hablar de John Fahey en la radio española fue escuchando un programa de música new age. Leer sobre él lo hice varios años antes, en una entrevista de Jesús Llorente a Gastr del Sol en la desaparecida Factory. Aparte de tener que explicar quienes eran aquellos, lo otro extraño es que ahora Fahey parece una figura consagrada, una influencia ascendente entre los nuevos artistas. Sólo le hicieron falta seis operaciones de corazón, vivir en la mierda (literalmente) durante años, ser ignorado y palmar. El caso es que la música de Fahey tocaba al post-rock y a la música de relajación (y hay lazos evidentes en ambas direcciones), aunque sus orígenes la situaran en un sitio completamente distinto. Estos últimos días he empezado a escuchar a algunos de los artistas post minimalistas y aparte de quedarme de piedra porque mucha de esa música es realmente poderosa, la otra cosa que me quemaba la cabeza es que esta sería descartada por la crítica en un segundo y sin pestañear porque podría parecerles, precisamente, new age. Quizás esta entrada parezca chorra, pero tendrían que ver el chiste sobre marihuana que pensaba contar sobre La Monte Young.
Encontré en el Daily Telegraph un artículo sobre el disco que acaba de publicar la compañera sentimental de Leonard Cohen (Anjani Thomas). La forma en la que se desarrolla la anterior oración resume apropiadamente las intenciones y los objetivos de su escritor. Es cierto que se nos informa sobre el pasado musical de esta mujer (dos discos a su nombre antes de este), sus funciones de teclista y corista en la música del ilustre cantautor o la curiosa gestación del nuevo disco (ella escribía la música a partir de los versos descartados que iban encontrando en sus cuadernos antiguos, seleccionándolos o escribiendo a partir de uno de ellos lo que podía ser el resto de la historia), pero son una serie de datos situados estratégicamente al final de la exposición los que parecen querer reducir cualquier interés de este disco al de experimento o bonita nota a pie de página en la carrera del GENIO. Una de las afirmaciones es cuando Anjani explica que las letras le parecían tan bellas que decidió cantarlas sin ningún tipo de artificio vocal. Una cantante que renuncia a cantar por ser una médium del auténtico mensaje musical: la poesía. El otro al final es como la recompensa por haber leído toda la anterior pamplina. El señor Cohen, movido por la experiencia de la gestación de este disco, decidió variar sus perfeccionistas e impasibles modos habituales y tratar de sonar más espontáneo y cercano. O lo que es lo mismo, que abandona los sintes y las cajas de ritmo para coger la guitarra. Ahora seguro que la gente que se decepcionó con sus últimas entregas, más poéticas que musicales, podrán volver a dejarse emocionar. Todo el mundo sabe que la guitarra es el único instrumento capaz de transmitir las ideas y las experiencias trascendentes del individuo a la comunidad. Aún así, quizás le de una oportunidad a esta “obra menor”. No sería la primera vez en la que un artista encauza de forma más convincente, certera y depurada su mundo sonoro a través de otro intérprete al liberarse de las taras de la vanidad, las nieblas del ego y las sombras de los “demonios interiores”.
lunes, 28 de mayo de 2007
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