sábado, 26 de mayo de 2007

El otro día en la casa de mis padres, estaba en una de las habitaciones (hay tres por si se creen que es un palacete o algo), con el portátil encendido y escuchando uno de los nuevos temas de Audion tras su hiperconocido “Mouth to Mouth”, “Noisier”. Hay un gran riff con sonidos distorsionados sobre el que va creciendo en intensidad el tema. Pero las notas suenan muy sintéticas y agudas. Giro la cabeza y veo a uno de los gatos que desde el pasillo mira en mi dirección. A continuación entra, sube a una de las camas y se queda parado, con las orejas apuntando en dirección al ordenador, como tratando de comprender que quieren decir los maullidos que está escuchando. No fue una mala cosa. Recuerdo el día que decidí poner a todo volumen a Evan Parker. El perro del patio de abajo ladrando desesperado como si lo estuvieran despellejando vivo y uno de los gatos entra al cuarto, de un brinco trepa a la mesa, avanza dando saltitos de lado, se lía a cabezazos con el ordenador y se me tira al cuello. Jodidos ultrasonidos.

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