Creo que hoy he leído demasiadas “opiniones”. Sobre música, películas, personas, lo que sea. La ilusión de que quien pronuncia esas palabras tan llenas de prejuicios tiene algún tipo de autoridad para ser tomadas en serio y acabar escritas en piedra como algún tipo de mandamiento, sin posibilidad alguna de ser contestada. El caso menos grueso puede ser el de una crítica que he leído esta mañana sobre el último disco de Susanna (and the Magical Orchestra) apostaba demasiado fuerte con su baza por los arreglos austeros, por jugar con el silencio y que sin un contrapunto optimista, las canciones terminaban resultando superficiales, sin coherencia como conjunto, demasiado opresivas como para poder obtener algo de ellas más que indiferencia en una música con tanto silencio que sólo denota su falta de sustancia y de coherencia. Debe ser por eso que es el disco que más he escuchado en las últimas semanas, ya se sabe que por aquí gozamos mucho con las cosas intrascendentes. Aunque admito que me ha costado un horror entrar en él. Como casi toda la música que he escuchado este año. Pero por volver a la crítica, me divierte el tono de superioridad intelectual con el que enuncia su argumento como si este fuera irrebatible. Ni siquiera había un “para estos oídos su música resulta…”. Esta música “es”. Perdón, “es”.
Esta mañana he visitado un foro que gira alrededor de la llamada música “experimental”, que ya había inaugurado su hilo dedicado a “lo mejor del año”. Tantos y tantos discos. Unos que ya he escuchado, otros a los que no me acercaría ni tocándolos con un palo, otros que ya están en mi lista. En cualquier caso, he decidido darles otra escucha a varios discos como el de La Otracina o uno de Sir Richard Bishop. El que he estado escuchando esta mañana tras tenerlo bastante tiempo muerto de risa ha sido el “Ever Present” de Alvin Lucier, que es bastante seco y cabezón, es decir algunas de las características que siempre han definido su obra (pero realmente no tenía el cuerpo esta mañana para escuchar 16 minutos de harmónicos superpuestos por un tipo tocando el triángulo o algo parecido).
Si les gustaron los Chromatics (el vídeo está puesto hace algunas entradas), pueden tratar de explorar su primer disco, y en el mismo sello/escena el recopilatorio de Ittalians Do It Better “Alter Dark” con otros grupos que siguen en la misma línea de italo-disco hierático. Un recopilatorio que se pasó bastante tiempo entre los discos recomendados de Pitchfork. Curiosamente mirando, creo que hay algún tipo de relación entre esta escena y la que está inmersa en cierto revival de la escena post-disco norteamericana que está apareciendo en el sello DFA. Escuchen el mix que ha hecho para Fabric James Murphy o en los hipnóticos paisajespor los que se mueve la voz de Anthony Hegarty (entre otras) en la música Hercules & Love Affair. Hay quien dice que el disco va a ser el primer gran disco de 2008. Bueno, el segundo ya que han retrasado el disco de Bruno Pronsato para publicarlo a finales de enero. A pesar de lo muy agradable que son estos sonidos, a uno le da por pensar tonterías sobre cual será la siguiente escena que se asaltará hasta dejarla vacía de contenido para parecer más inteligente y guapo de lo que realmente se es. Ya se que es un pensamiento muy tonto y manido, pero le he estado dando vueltas a aquello de que la grandeza de los genios termina en sus epígonos. Uno tiene la sensación en muchos de los discos que uno considera importantes, a título personal o no, de que la música presente, es la punta del iceberg de un mundo que en cualquier momento se puede abrir, lleno de posibilidades y maravillas por descubrir, más que el conjunto más acertado de equilibrio entre talento y resultados de un artista o grupo. ¿Para que pensaría uno en escuchar a Joy Divison si con tantos imitadores todos los lugares donde uno imaginaba que su música pudiera haber llegado en lo sonoro ya están conquistados y sin interés alguno? Hay algo de cierto en ello, pero, también está ese discurso de creerse especial por tener algo que uno considera privado. Aunque no hubiera todos esos imitadores de Joy Division, su música no podría ser privada en modo alguno, y su grandeza no radica en lo íntimo de los sentimientos que tienen sus oyentes. En cualquier caso, contradiciéndose a uno mismo, no deja de resultar morboso cuál será el siguiente lugar de la historia musical que explotar.
Creo que sigo siendo pésimo escuchando música electrónica. Hay un montón de temas nuevos que aún no he escuchado, o que todavía no conozco lo suficiente como para emocionarme con ellos y que apenas si conocía. El otro día le pillé el punto al “Sei Es Drum” de Ricardo Villalobos y aún no he entrado en el “Etudes Electroniques” de Luciano. Alguien llegó a este blog buscando información sobre el nuevo disco de Boxcutter, así que me decidí a escucharlo por encima, y al menos en los primeros cortes el disco respiraba bien y sonaba mucho más dub y luminoso, que oscuro e IDM. Quizás tenga que darle una escucha a los nuevos discos de Neil Landstrumm y Christian Vogel, porque tengo poca electrónica en formato largo entre mis discos favoritos después de descartar los esfuerzos de The Field, Efdemin, Pantha Du Prince, Cobblestone Jazz, Kalabrese, Onur Ozer, Gui Boratto o Matthew Dear.
A pesar de versiones tan horrendas*como estas
y de que “Tangled Up” sea el disco más mediocre y que más cuesta arriba se me ha hecho de escuchar de Girls Aloud, sigue siendo buena música y que al menos para estos oídos, vale la pena ser escuchada. Oh, y sigo sin decidirme si esta canción de Amy Diamond es increíblemente brillante, horrenda o nada que ver con ninguna de las anteriores.
*En realidad creo que la primera me gusta, pero yo se que me gustan las cosas horteras, no lo niego.
martes, 4 de diciembre de 2007
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