viernes, 21 de diciembre de 2007

Un amigo casi se quedó en shock al ver por primera vez un videoclip de Sonic Youth (que no debía tener tanto tiempo), pero que había envejecido y denotaba por cada uno de sus poros el momento histórico en que se había hecho. Supongo que la sorpresa se debe al hecho de que la música sonaba fresca y casi nos podríamos arriesgar a decir, que atemporal. Vamos a ver como le ha sentado el tiempo a ciertos videos, que bendita sea mi ignorancia no había visto, a esos grandes clásicos (o no) de hace una década.






[Oh, me he atrevido a escuchar esta canción y ver el vídeo después de más de una década de no hacerlo. Es bonito ver que el arrebato de wah-wah y la manera de llevar el ritmo, me siguen dejando fascinado y emocionado. De hecho a partir de ver este vídeo en la otra versión (la del mono) empecé a escuchar música indie, leer revistas y en lo básico convertirme en un desecho social. : )]
Y este también…
http://www.youtube.com/watch?v=0qKVqcgXN34

1 comentario:

anhh dijo...

Creo que aparte de la contextualización más o menos salvaje que dan peinados, ropas, estéticas y técnicas de grabación, y lo mucho o poco que esto pueda afectar a su impresión desde un punto de vista emocional y personal, es el hecho de que abre una puerta a poder poner en duda uno de esos tópicos inamovibles en el que la producción de un disco es lo que pone las arrugas a un disco, pero no el contenido.
En una entrevista en un programa televisivo, Lucie Silvas decía que en su nuevo disco buscaba un sonido “atemporal”, más acústico y natural, que hiciera parecer que el disco podía haber estado compuesto en cualquier década y alejándose de los sonidos sintéticos bla, bla, bla. Dejando aparte el hecho de que como el disco era tan “atemporal” mucha menos gente necesitó comprárselo (ya lo haré dentro de 80 años), lo gracioso es que el disco no sonaba fuera del tiempo, sino que tenía todos y más los clichés de producción que hay ahora mismo. Quizás me arrepienta después si surge una conversación al respecto, pero es como si la producción fuese vista como el diseño industrial o la tipografía en un libro, mientras los músicos quieren ser artesanos, construyendo muebles bellos que te sorprenden aún por el gusto, el detalle, el ensamblaje, la resistencia o la fecha de creación. Por eso uno se encuentra esas estrategias de la grabación “neutra”, la “acústica” o la que trata de mostrar al grupo como una “grabación de campo”. Pero creo que esta “naturalidad” del sonido está muy conformada por las ideas de quienes las pregonan. Según esto, la producción es la pluma en el sombrero, una cuestión superficial y de moda, mientras que la música es perfecta, pura y primigenia.

Pero yo creo que eso es una mentira pura y dura. La producción puede ser tan creativa como uno quiera, y como cualquier pieza de música electrónica o electroacústica puede demostrar, ser un mundo de sonido en si misma, tan o más apetecible que la vulgar imitación y re-presentación “coloreada” de una actuación en directo. Además seguramente lo que más les guste de determinados discos sean sus texturas y sus timbres, como los acabados forman y conforman el mensaje central. De hecho, creo que me gusta poder saber a que época pertenece un disco. Lo otro, ese querer no pertenecer a un tiempo y lugar y hacerlo con el lenguaje más vulgar usado en ese mismo tiempo y lugar, me parece muy, muy post-moderno. E igualmente, puedes descubrir con el tiempo en que momento estaban hechas esas jams y todas esas cosas (en lo básico, los equipos de producción pertenecen a una época determinada y ofrecen una serie de soluciones más o menos comunes que conforman el sonido de una época). Y además está la idea de que la música popular no evoluciona ni cambia con el tiempo en su estructura. Parte de la selección de videos muestra precisamente eso, como una estética musical es modificada, evoluciona o es abandonada y que eso sucede en un espacio de tiempo determinado.