miércoles, 31 de octubre de 2007

Viendo las listas de lo mejor del año según Stylus, me he vuelto a encontrar con eso que llamaremos el “voto con responsabilidad histórica”. En realidad hay miles de formas de hacer una lista de algo, tantas como criterios, pero suele haber algunas tendencias destacadas. Una podría ser mirar al final de año, los discos y canciones por fechas que has escuchado en Itunes y mirar el número de reproducciones. Eso eres y eso has escuchado. Otra podría ser la extensiva. Uno vive y respira una escena, y la lista está completamente alineada con ella. Es extensiva, interesante y curiosa como criterio, pero al menos en mi caso suelo desconfiar de ellas. Otra es la búsqueda de la trascendencia. Esa es interesante hasta en el fracaso. Otra es la que trata de reflejar las creencias personales de uno, que es donde creo acabará encajando la mía. Y los de “responsabilidad histórica” son aquellos que tratan de reflejar como ha sido la música durante ese ejercicio. Que es muy interesante como ejercicio de reflexión histórica y en ese aspecto tiene un valor indudable, pero como criterio para comprar discos es nefasto. Lo dice alguien que cuando ve su colección de discos en la estantería (de Spiritualized a The Delgados, pasando por Mogwai o Family) piensa en venderla, por ver en cuanto se puede valorar todo aquel tiempo y dinero (que no tenía) desperdiciado. Un ejemplo claro, sería “Arular” de M.I.A., un disco que escuché incesantemente durante tres meses y que después jamás he vuelto ni a escuchar ni sentir la necesidad de escuchar. Pero, representando lo que sucedió ese año, era completamente insustituible. Así que al verlo al final de año en lo alto de todas las listas, pensé que quizás a la mayoría de la gente le podía haber pasado lo mismo, que ahora mismo el disco no sirviera ni para calzar un mueble, y que, por obra y gracia del espíritu democrático, ese disco fuera lo “mejor” del año.

También he recordado, no con cierta pena, que las listas de Stylus y el gusto de uno se mueven por zonas parecidas pero con criterios en ocasiones antagónicos. Es triste, porque se les echara de menos. También me ha servido para tomar cierta perspectiva. Este blog, prácticamente está dedicado a hacer la lista de final de año, mostrar el increíblemente estúpido y complejo proceso que cristaliza en una lista completamente irrelevante que trata de mostrar todas tus vicisitudes internas durante un año y condensar tu experiencia como ser vivo. Obviamente la lista de Stylus, habiéndose realizado en estas fechas, necesariamente tiende a ser incompleta e ignorar algunos lanzamientos grandes (que se lanzan en estas fechas para no tener demasiada distancia crítica con ellos). No importa, ayer, sin recordar que hoy era el último día del magazín digital, hice más o menos el guión de la mía para saber lo que había, donde dudaba, si notaba que faltaban cosas, etc. Así que en la práctica un 70-80 % de esta ya está decidida y el resto es el punto de incertidumbre donde uno se sorprende a si mismo. De hecho es algo que se nota en la lista final. Hay demasiado sentido de ir con prisas y no llegar a tiempo.

No hay duda que una lista que comienza por LCD Soundsystem y termina por PJ Harvey me parece completamente errónea. Pero ese es el quid de mis problemas con este tipo de listas. Kanye West, M.I.A., Radiohead, Arcade Fire, seguramente The National, The Field o Grinderman caen en este saco. El disco de Justice seguramente también, aunque uno admite no haberlo escuchado, no se sabe si debido a todas las críticas positivas o al hecho de que aunque me guste el single no he sentido la necesidad de rascar ni un poquito más. Obviamente me ha gustado que su segundo disco fuera el de Miranda Lambert (que ya ha levantado ampollas en los comentarios). Realmente es uno de los discos que valen la pena este año para el que esto escribe y de los que nunca ha dudado en incluir. Entre aquello en lo que ellos se afirman y yo tengo mis dudas son incluir el disco de The Studio y el de Kathy Diamond. Los dos me parecen muy dignos, en especial el de Kathy Diamond que tiene 12 cortes larguísimos de música entre el mutant disco y el italo disco que no desfallecen ni aburren en todo su recorrido. Lo que sucede es que nunca los escucho. También han sido valientes incluyendo el disco de Devin The Dude, porque también se deja escuchar con una facilidad asombrosa. Y los skits del tío fumado llamando por teléfono a los productores para conseguirle un sonido que es incapaz de expresar son impagables. Ellos no incluyen a The Good, The Bad & The Queen. Yo no incluyo a Panda Bear ni a Battles. En los comentarios citan a Future of the Left como una omisión imperdonable. Habrá que escucharlos.

Respecto a las canciones… De nuevo en desacuerdo, sobre todo porque apenas hay electrónica y ha habido unas cuantas memorable en el mundo del minimal este año. Por ejemplo la que suena. Tengo que saber que es lo que ve la gente en esa canción de 50 Cent. Eligen a Avril Lavigne y eso les honra, porque es difícil imaginar este año sin esa canción. A mi me encanta Avril, pero creo que en esa canción se equivoca. Y tienen toda la razón del mundo incluyendo “Pogo” de Digitalism. Todas las cosas memorables del indie resumidas en tres minutos.

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